POR: ARELI CECILIANO CORTÉS
A lo largo de la historia la concepción de la familia y estructura de la
misma ha cambiado considerablemente,
hemos sido partícipes en ésta
transformación, aceptando nuevas conformaciones, rechazando otras más y lo más
preocupante, utilizando una careta para cada situación, en la que se disfraza
cierta tolerancia por ser el siglo XXI, pero que en el trasfondo los prejuicios nos llevan por
nombre.
Es así, como la sociedad en la actualidad se ha caracterizado, por hacer
valer los derechos de las personas, proclamando aceptación por las diferencias
entre cada uno de los individuos, liberación para aquellas mujeres maltratadas,
oportunidades e igualdad para las personas homosexuales, la no satanización de
las madres solteras, y un sinfín de ejemplos son muestra del gran avance que en
este siglo supuestamente se han dado, sin embargo difiero un poco en todo ello,
si bien, se ha trabajado por dejar de estigmatizar y etiquetar a la gente que
no cumple con la norma exigida por la sociedad, existe un arraigo total de
ciertas conductas, comportamientos que debe cumplir uno como mujer u hombre
para ser ciudadanos de bien, esto sin dejar a un lado las tradiciones que la
familia transmite y que afortunadamente forjamos un criterio propio que nos
permite decidir si se sigue con ellas, se complementan o simplemente se
aniquilan.
Ahora, si ponemos en comparación la estructura familiar de nuestros
abuelos o simplemente de nuestros padres, lograremos observar grandes cambios y
transformaciones, respecto a un sin fin de temas, cómo el número de hijos, ideologías acerca de la
crianza de los mismos, matrimonio, religión, roles asignados, y más, es decir,
efectivamente las ideas respecto a todo
lo antes mencionado ¡sí! Han cambiado,
por lo que se quiera, avances
tecnológicos, información al alcance, estudios universitarios por parte de
padres o hijos, que haciendo una ¡acotación!
Permiten mayor apertura respecto a cualquier aspecto o situación, pudiendo así,
cuestionar aquello con lo que no estamos en total acuerdo, oportunidades
laborales para las mujeres y muchos más ejemplos podría poner para lograr
diferenciar entre el antes y el después, sin embargo, y aunque parezca disco
rayado, existen cuestiones que aún
después de tantos años de “AVANCE Y
APERTURAA” nos siguen encasillando en ideas retrógradas que la verdad
quisiera puntualizar:
Se vive en el SUPUESTO
DE…………………………………….
Ø
Que las
niñas bien, salgan de sus casas, siendo señoritas, y vestidas de blanco.
Ø
Que si se
casan, debe ser por todas las leyes, habidas y por haber, pues aunque no
existan, ya habrá alguien ¡que! Seguro las invente.
Ø
Que
obviamente si se casan, deberán procrear y tener hijos, porque si no es así,
definitivamente ¡no son mujeres!
Ø
Que la
familia, esté conformada única y exclusivamente por un hombre, mujer e hijos.
Ø
Que
el proveedor por excelencia deberá de
ser el varón, y la mujer encargada de los quehaceres del hogar.
Ø
Que si
pasas ya de los veintitantos y no te has casado ni has tenido hijos, ¡seguro!
¡Estás quedada, solterona y ya se te fue el tren! pffffff.
Y que si le sigo, seguramente no acabaría de redactar éste artículo………….Con todo esto, ¡si logras observar!
Existen supuestos en los que no
existe un cambio como tal, que por más que se grite a los cuatro vientos que
estamos en la onda del “aceptamos la
diversidad sexual, la unión libre, que se viva la sexualidad y shalalalala”
nos sigue costando realmente vivirlo, porque como cultura no estamos preparados
para éste tipo de cambios sociales, cuestión que nos atrasa mucho más como
sociedad, porque mientras no nos toque vivirlo, mantenemos sonriente nuestra
careta, pero, que, Si tenemos una experiencia
similar ahí sí, proclamamos “IGUALDAD”
¡realmente irónico no lo creen!
Yo, nací el 18 de marzo del 85, por tanto tengo ya 27 años, estoy por
concluir la licenciatura en Psicología y vengo de una familia conformada por
mis dos padres y 3 hermanos, siendo yo la menor, las tradiciones
en ella han sido las mismas esperadas en las demás familias, ¡supongo yo!!! Sin
embargo las experiencias de cada una son las que marcan la deferencia, vivo con
mi madre, dos de mis hermanos y mi prima quién ha demostrado ser como la hija
y/o hermana que ha sabido cuidar de nosotros, es parte fundamental de mi
familia, y en quién nos apoyamos, además de ser muestra de perseverancia e
independencia, es un ejemplo a seguir para nosotros, mi padre y hermana viven
en el extranjero, la comunicación y relación con mi familia, ha sido buena, ¿
conflictos? los de siempre, pero nada que no se haya logrado resolver, adoro a
mi familia, y estoy orgullosa de ella, he recibido el mejor ejemplo de cada uno
de ellos, la enfermedad de uno de mis hermanos nos ha dejado una gran enseñanza
que a diario nos dice “No desistas por trivialidades, valora cada día y vívelo
cómo si en realidad fuera el último”, él es el pilar que nos sostiene pues nos
ha dado muestra de fortaleza y lucha, el trayecto ha sido complicado y muchas
veces duro, pero que sin duda, nos pone a diario, los pies sobre la tierra, en
señal de valor y humildad ante la propia vida. Una vez explicada la dinámica de
mi familia, me parece interesante hacer mención de algo:
¿Interesante? ¡No, no lo creo!
¡LA HERMOSA PRESIÓN SOCIAL! Me cuestionan, ¡Y no precisamente mi familia!
¿Y tú para cuándo te nos casas?, ¿Y los bebés? ¿No quieres hacer abuela a tú
mamá?, ¿Eres muy difícil? …………………………………………………
A lo que yo muy asertivamente les contestó: Si,
si deseo tener bebés, pero por el momento quiero concluir mi carrera, ¿casarme?
No, no lo creo, quizá juntarme ¡Y si no nos entendemos!, separarnos sin mayor
problema, y ¿Difícil?, mmm un poco, tal vez de carácter, pero ¡nada fuera de lo
normal!
TANTO, ESTOY A FAVOR DE:
Ø
La unión
libre, sin contratos matrimoniales, ¡el firmar un documento no te hace dueño de
la otra persona!
Ø Si te
casas que sea por “CONVICCIÓN” no por “TRADICIÓN”
Ø
Vivir
plenamente tú Sexualidad, conocerte y conocer del otro.
Ø
El tener o
no hijos, no te hace mejor o peor mujer, ¡el momento, lo decides tú!
Ø
Aceptar la
diversidad en la conformación de las familias, pero vivirlo, no sólo decirlo.
¡Por ello!, Si te casas, si te juntas, si te separas, si
te divorcias, si eres madre soltera, o cualquier cosa que tengas en mente o en
planes:
“LA
DECISIÓN ES SOLO TUYA, Y EL MOMENTO AÚN MÁS”